miércoles, 3 de agosto de 2011

Say my name

Mi apodo surgió durante un laburo. Un señor que coqueteaba a veces conmigo me apodó Puca (por el dibujito, por que “parecés un animé”) Y aparentemente va. Porque aunque durante un tiempo no pegó mucho, un día una testigo de ese bautismo lo comentó ante otro grupo de personas entre las cuales estaba mi actual Mono que lo adoptó como propio, y ahora me resulta extraño pensar que no fuera él quien tuvo la idea. Todo el período de flirteo con quien luego sería mi renovio, PUCA era la clave.
Lo del apodo me gusta, siempre quise tener uno y nunca prendió ninguno.
Es algo que no se fuerza, que sale de los amigos y siempre tuve un poco de envidia por no tener mi apodo entre los míos. Porque lo asocio con un lugar de amor y confianza, un segundo nombre que es asignado cuando tu personalidad y tus gestos ya están cocinados.
Hay algunas excusas: Que tengo un nombre corto y no surge la necesidad de reemplazarlo, en el trabajo es que me mantengo seria mucho tiempo antes de entrar en confianza (soy la última en recibir diminutivos o apócopes).
Pero para mi es claro: Los grupos de amigos con más amor que encontré tienen un sobrenombre para cada integrante. Sasí.
Amo mi nombre, pero ahora nuevos amigos, familia política y a veces hasta mi mamá me dicen Puca, Puc, Puquita, Puquits, Pucs… y me encanta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario