viernes, 12 de agosto de 2011

Ningún bagre

Hace unos días fuimos Michelle, el Mono y yo a pasear por el barrio chino.
Un domingo frío pero soleado, la clave era elegir la vereda que brillara.
Entramos a varios negocios donde venden una mezcla pareja de chucherías y tesoros.
Llegamos a la zona con la idea de comprar lucecitas de navidad blancas para armar un artefacto en el living y para mi cuarto que estaba pasando por un lindo período de redecoración (ahora es Kosovo), y las encontramos! Siendo el mes de julio no fue fácil, pero se pudo.
El Mono se empezó a poner un poco impaciente en el segundo local, pero el tour recién empezaba así que se la tuvo que bancar.
Cortamos para almorzar en uno de los varios puestos a la calle donde venden frituras. FRITURAS. Pero la verdad que estaba todo riquísimo, se notaba que el aceite estaba limpio y la manufactura era a la vista.
Probamos muchas variedades, entre ellas langostino, calabaza y tempura. Tomamos té rojo frío y jugo de maracuyá. Compré una galletita de la fortuna que decía ni más ni menos que “disfrutarás más de los buenos momentos si los compartes”, y tuve que repartir abrazos y besos.
Seguimos paseando y ya con nuestras lucecitas, farolitos  y una bella muñequita china nos fuimos acercando al auto.
En el camino no pude resistir comprar este helado para compartir. 
Es de poroto aduki (poroto colorado), vainilla y está cubierto con una galletita muy parecida a la masa de los vasitos de heladería. Tan coreano.

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